¿Por qué tienen miedo?

Por Amor seguro | Flor de María
Abril 16, 2020

¿Por qué tienen miedo?… ¿Cómo no tienen fe? ¡Cuántos fuimos testigos de lo que nunca había sucedido en la historia de la Iglesia!, atentos buscamos encontrar el cómo mirar imágenes que jamás se borrarán del corazón...

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¿Por qué tienen miedo?… ¿Cómo no tienen fe?

¡Cuántos fuimos testigos de lo que nunca había sucedido en la historia de la Iglesia!, atentos buscamos encontrar el cómo mirar imágenes que jamás se borrarán del corazón, escuchar palabras que deseo recordar, reflexionar y sellar para siempre, ante lo vivido en la memoria del corazón.

Antes de anochecer, la plaza de San Pedro mojada de suave lluvia – de gracia que empaparía la tierra entera -, y caminando llega el Santo Padre – como Sor Lucía escribió el 13 de julio de 1917, en Fátima -, todos: «[Vimos] a un obispo vestido de blanco…. subir una montaña empinada, en cuya cumbre había una gran Cruz de maderos toscos como si fueran de alcornoque con la corteza; el Santo Padre, antes de llegar a ella, atravesó una gran ciudad medio en ruinas y medio tembloroso, con paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino; llegado a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran Cruz».

Mirarle, guardando silencio para acompañarle y escucharle

En esa significativa e histórica plaza estábamos todos los creyentes o curiosos en búsqueda – atentos, en profunda comunión espiritual, gracias a las diferentes plataformas de comunicación.

«Al atardecer» (Mc 4,35). Así comienza el Evangelio que hemos escuchado. Desde hace algunas semanas parece que todo se ha oscurecido... http://w2.vatican.va/content/francesco/es/homilies/2020/documents/papa-francesco_20200327_omelia-epidemia.html

Ante lo dicho, nada más puede decirse. Cada palabra nos llamó a ser un sí que responde, que ora, que es comunión.

Deseo anotar, lo que precede al Evangelio tan perfecto que eligió el Papa en el capítulo 4 de San Marcos:

1. «¡Escuchen! El sembrador salió a sembrar».

LLAMADOS A SER TIERRA BUENA.

2. «¿Acaso se trae una lámpara para ponerla debajo de un cajón o debajo de la cama? ¿No es más bien para colocarla sobre el candelero?».

LLAMADOS A SER PABILO PORTADOR de SU LUZ.

3. «¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? […] Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de todas las semillas…»

LLAMADOS A SER SEMILLA de abandono y confianza.

SOMOS LLAMADOS A RESPONDER ante éste momento tan único y particular. Como hijos de Dios y de nuestra amada Iglesia, – cuando este tiempo tan extraordinario de reflexión, reseteo, recreación… purificación, conversión – nos lance al mundo a responder desde la experiencia vivida que desea provocar ésta Cuaresma y Semana Santa en cada uno de nosotros.

¿Le dejaremos a DIOS purificar nuestra vida, cuando nos interpela, busca, llama y desea nuestro sí fiel, atento, que escucha y responde?

¿Estás abierto a responder siendo TIERRA donde EL se siembre, PABILO donde EL ilumine y encienda, donde tu YO muera para que germine EL desde el abandono y la confianza a EL?, ¡Déjale al Rey reinar en tu tierra, germinando y dando vida desde tu corazón!

O ¿crees que todo debe volver a ser como antes? Yo no lo creo, no debe ser como antes, debe iluminarse la vida con la verdad, el bien y la bondad que provoca el verdadero encuentro con CRISTO.

SOMOS LLAMADOS A RESPONDER como bautizados: «Seamos luz, según lo han aprendido los discípulos de aquel que es la gran Luz: “Vosotros sois la luz del mundo” (Mt 5,14). Seamos lámparas en medio del mundo manteniendo bien alta la Palabra de la vida, siendo fuerza de vida para los demás. Vayamos al encuentro de Dios, al encuentro de aquel que es la primera y más pura luz». San Gregorio Nacianceno (330-390) Obispo y doctor de la Iglesia. Sermón sobre el santo Bautismo.

«¡Nuestro tiempo nos invita, nos impulsa y nos obliga a mirar al Señor y a sumergirnos en una meditación humilde y devota sobre el misterio de la suprema potestad del mismo Cristo!». Juan Pablo II inicio de su pontificado, octubre 22, 1978.

«¡No temáis! ¡Abrid, más todavía, abrid de par en par las puertas a Cristo!» Juan Pablo II, pidamos todos la gracia de vivir desde la fe, la esperanza y la caridad.

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