La delicia del amor: el matrimonio

Por Amor seguro | Flor de María
Abril 17, 2020

El abrazo conyugal y el amor vivido en plenitud en el matrimonio es como un delicioso pastel, que nunca se termina, se come de rebanada en rebanada, poco a poco...

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El abrazo conyugal y el amor vivido en plenitud en el matrimonio es como un delicioso pastel, que nunca se termina, se come de rebanada en rebanada, poco a poco y no todos los días… A veces puede estar duro o muy seco, también puede ser muy decorado, o sencillo como una mantecada, o un panqué… un brownie quemado o una insípida dona… todo depende de la actitud, el humor, la experiencia… y los ingredientes que le pongan.

Se hace creativamente con recetas aprendidas en la tradición familiar, usando infinidad de ingredientes distintos entre sí… que le dan sabor, textura, color, consistencia… Hoy los jóvenes, y también los adultos, están probando sólo harina, se atragantan de harina o huevos crudos, que no les gusta; las redes sociales y los medios de comunicación venden pasteles de muchos “sabores” que se vuelan como harina con el viento, están crudos y no tienen sabor… porque les faltan todos los ingredientes que se transforman exclusivamente en el maravilloso horno del matrimonio.

De cada ingrediente debemos poner la cantidad correcta y necesaria de acuerdo al momento que vivimos… Y la pregunta hoy es: ¿Se saborear un sólo ingrediente?. ¿Se puede cocinar un exquisito pastel sin el fuego en el horno del matrimonio? ¿Cuántos ingredientes necesitamos para cada momento, que es único?.

El diario vivir y tocar un matrimonio permite – tratar, buscar, anhelar, querer – cocinar el pastel con los ingredientes necesarios, el horno del matrimonio es quien protege y custodia el fuego, para poder transformar calentando a la temperatura adecuada cada ingrediente… descubre los secretos de la plenitud en el abrazo conyugal que sólo tú y tu cónyuge pueden vivir…

El sabor, la textura y la consistencia cambia, es distinta cada vez que se pone sobre la mesa. ¡Y qué decir de la preparación de la mesa para disfrutarlo!. Conoce, vive y saborea los 25 ingredientes que se necesitan combinar, mezclar, integrar, totalmente de una manera sencilla y natural por los esposos, permitiendo que los transforme el fuego – calor y luz – del amor en el horno del matrimonio.

1. El cuerpo… expresa tres significados

Conozcan el valor, significado y el verdadero lenguaje Trinitario de su cuerpo. El cuerpo, y sólo él, es capaz de hacer visible lo que es invisible: Lo espiritual y lo divino: DIOS. El cuerpo hace visible el amor de Dios, su presencia. El cuerpo es templo que acoge a la Trinidad y por Dios es habitado. El cuerpo expresa tres significados:

Filial – somos creados, somos hijos de Dios Padre, don creado para otro.

Esponsal – somos un don y acogemos el don que es el otro desde Dios Hijo, el Esposo coronado en la cruz, el redentor del hombre.

Fecundo – somos llamados a vivir y dar vida abundante desde Dios Espíritu Santo… los frutos del Espíritu son: amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, lealtad, modestia, dominio de sí…

El cuerpo es el vestido del alma, es sagrado y cuando se separa de ella, se convierte en cadáver. Lo que le haces al cuerpo se lo haces también al alma. El cuerpo ha sido redimido por Cristo aquí y ahora, resucitará y ¡será un cuerpo glorioso en la eternidad!. El cuerpo permite expresar profundamente el don sincero de uno a otro.

El cuerpo posee un lenguaje, propio, único… maravilloso, extraordinario, llamado a expresar la verdad, el bien y la belleza de quienes están llamados a ser: verdaderos profetas del Amor. Descúbranse es suyo, es misterioso, es de dos, sólo de dos. Cuídenlo, protéjanlo… custódienlo. A quien amas, es a toda la persona, no sólo un cuerpo. Y por favor… nunca califiquen nada negativamente del cuerpo del otro, todo es excelente, es 10, es el cuerpo de tu esposo, de tu esposa. Y recuerden que el paso del tiempo deja huellas de vida y amor en sus cuerpos.

2. La pasión

Descúbranla, tóquenla, siéntala, vívanla… a su mayor plenitud humana. Es verdad que cuando la pasión se inserta en las energías más profundas del espíritu, puede convertirse en una fuerza creadora; pero debe sufrir una transformación radical. Dirigida y orquestada por la inteligencia, la voluntad y la libertad, hace vibrar el amor y encuentra el gozo de enriquecerlo.

3. El instinto

En donde debe tenerse respeto, confianza y arte… profundo arte. Ese señorío de ti, el dominio de sí que necesitan los amantes para amarse.

4. La inteligencia y la voluntad

Quien se entrega y da es una persona única, irrepetible, grandiosa. Inteligente porque se conoce y conoce al otro. La razón debe estar presente siempre, porque la inteligencia atraviesa todo acto en la persona. Con voluntad porque quiere querer, y que lo quieran querer. Quieren el bien. Buscan el bien. Saber someterse a lo que desee el otro. El abrazo conyugal, nunca está construido del todo… debe ser sorpresa, asombro, creatividad, imaginación, ilusión, fantasía, memoria… posibilidad de darle vida a una persona… un milagro. Jamás permitan que sea un acto rutinario y torpe… vacío de significado.

5. La comunicación

Se debe de hablar con limpieza, claridad, honestidad, sinceridad y confianza. Díganse, cuanto la quieres y deseas, cuanto lo quieres y deseas, cómo deseas ser amado… amada. Busquen los mismos fines. Platiquen de sus proyectos, sueños… De la abundancia del corazón habla la boca. Decirse cosas que conmuevan, importantes, trascendentes, que aumenten el amor y el conocimiento de uno por el otro. Haláguense con palabras. Reconozcan lo bueno que tienen y díganlo. El lenguaje de las manos y de los ojos comunica, matiza, acompaña, acompasa… y ni qué decir del lenguaje del cuerpo releído en la verdad, siendo templo vivo de Dios. Al terminar… prolonguen las palabras, la ternura, el abrazo. El silencio comunica tanto… ¡maravíllense cuanto!.

6. El Tiempo

Escribimos la historia en el tiempo que se toca al vivirlo y guardamos en nuestro pasado. Darnos el tiempo, buscar el tiempo… provocar el tiempo y encontrarlo. El necesario, el prudente, tan largo o tan corto como el compás lo marque. Provocar los tiempos para que suceda el encuentro, para que se den los momentos… Prolongar los tiempos, estirarlos, recordarlos… gozar y compartir el tiempo juntos!!!

7. El placer, el gozo y la alegría

De saberse un nosotros. Dos vidas compartidas. Placer, al descubrirte distinto, diferente. El placer es bueno, muy bueno… siempre y cuando se produzca por causas buenas, muy buenas. Gozo, por saber que su amor está llamado a ser eterno. Alegría, de que existas, de que seas tu… y de haberte encontrado y elegido para amarte.

8. La libertad

La libertad que nos permite expresar el amor que tenemos en el alma y en el corazón. Me entrego a ti, porque quiero, porque soy libre de hacerlo. Porque eres un bien para mi y yo para ti. Eres un regalo – un don – y siempre serás una bendición, Eres un regalo – un don, un canto a la vida, mi esperanza. Porque te elijo a ti para entregarme completo. Elegirte es más radical que el poder hacer. Darse y entregarse con absoluta libertad. El amor, cuando lo es en la verdad, es libre. La libertad es el mayor acto de amor, con ella te juegas la vida y la construyes. Todo acto de libertad deja huella en mi y en ti. Según lo que hago, me hago. Elegir el bien es ser libre.

9. Apertura a la vida

La verdadera apertura a la vida es: A la Vida en el Espíritu. Ustedes «dos», que «serán una sola carne», si no es mediante la acción del Espíritu Santo que purifica, vivifica, corrobora y perfecciona las fuerzas del espíritu humano – no podrán vivir abiertos a la vida responsablemente sin su ayuda. Los días de abstinencia siendo responsables para responder al llamado a formar una familia, engrandecen el amor, aumentan el deseo, provocan la pasión ordenada… ante el asombro, estupor y reverencia que significa una nueva vida… ¡recibir a un hijo de Dios!. El hombre y la mujer solo colaboran, co-crean, con Dios, pero quién decide el milagro de una nueva vida, una persona, es y será solo Él. Confíen en Dios, El sabe cuando crear y a quién crear. ¡Por favor, descubran la maravilla y grandeza de la castidad! La castidad es la alegría del orden en el corazón… es el lenguaje del amor verdadero. Es ese volver a ser novios de nuevo. El deseo aumenta… la creatividad también. Al vivir el sacrificio, engrandecen su amor. La apertura a la vida – responsable, desde el conocimiento de la maravilla de la fecundidad – permite la verdadera plenitud en la entrega… se pierde el miedo y la ansiedad, al reconocer que un hijo, es un regalo – un don – siempre una bendición y un inmenso bien para los esposos. No podemos olvidar que el acto conyugal, es un acto llamado a dar vida, a ser origen de toda persona humana, siempre es un milagro… una vida que de la nada surge, para transformar la historia. El cambio más grandioso, la transformación más grande e impresionante, es ser padre o madre… cuando tu vida tiene un sentido, para otro. El abrazo conyugal es dolor, sacrificio, sufrimiento, paciencia… es saber esperar. Dios, y solo Dios, da el don de un hijo a los esposos, co-creadores con El, porque así lo pensó desde el principio… sólo cuando El así lo quiere… El y sólo El, quien infundiendo el alma crea una nueva vida… de la nada, con el SÍ del hombre, el SÍ de la mujer… así lo ha querido Dios desde el principio.

10. El corazón

Las sagradas escrituras hablan más de 1000 veces del corazón. Es el centro de decisiones, el punto de unión del alma y Dios. Es donde «está» nuestra afectividad: Las emociones, pasiones y sentimientos. Nuestro corazón que nunca está satisfecho hasta que ama al corazón de otro, quien responde amando. Busquen unir sus corazones, para que aprendan a latir juntos. Toda persona vale lo que vale su corazón. La calidad de tu amor, está en tu corazón. ¿Qué hay en sus corazones? En el corazón están guardados los buenos sentimientos, acciones, deseos, pasiones y sentimientos… Pero también los malos… cuidado. Un corazón bueno es un enorme tesoro. Cuídalo. La pureza de corazón provoca mirar limpiamente y juzgar con rectitud. El corazón permite reconocerte y reconocer a tu cónyuge. Desde tu corazón la fuerza del amor se traduce en actos concretos. En el corazón habita la gracia, en el corazón está Dios. El corazón anhela ser morada de Dios. Y Dios anhela morar en él. Sólo Dios penetra el corazón de los esposos, sólo Él es capaz de enseñarle a amarte… el/ ella no pueden penetrarlo. Ahí se está solo con Dios.

11. El silencio

Hablar sin palabras, esperar las miradas, gozar el ver juntos en la misma dirección. Ser cómplices en el silencio, no necesitar de las palabras para saber qué se quiere, qué se piensa, qué se desea… respetar los silencios, los espacios. Guardar silencio en el lenguaje del cuerpo ante la inminente posibilidad de vida… y ser siempre responsables, responder a la llamada de reverenciar el poder dar vida.

12. La fecundidad

El amor conyugal está llamado a ser siempre fecundo – dar fruto – por dos motivos:

  1. Fin unitivo: Es amor que provoca comunión, el bien máximo para los esposos. El abrazo conyugal es un medio privilegiado pensado por Dios para manifestar, engendrar, mejorar, transformar, crecer, perfeccionar, instaurar, despertar, incrementar, motivar, vivir, tocar, defender, proteger, valorar y desarrollar el amor entre los esposos.
  2. Fin procreativo: Es fuente de la vida, una vida para toda la eternidad: Un hijo, siempre un don para los esposos y par la humanidad.

13. El perdón

Lo importante es que el perdón nazca de lo más profundo del alma. Perdonar es algo serio, humanamente difícil sin la ayuda de Dios. Escriban siempre, los daños sobre arena. Si no provocas la reconciliación… los dos pierden. Comprende, todos somos débiles y ofensores. ¡Qué necesario e importante es saber perdonar y perdonarse!. Su importancia es infinita, sus frutos inimaginables. El perdonar, revive, mueve, compromete, modifica, fortalece… ayuda a crecer. El perdón siempre es posible, se requiere querer perdonar – mi voluntad y que Dios derrame toda, toda la gracia necesaria. Sólo Dios puede ayudarnos a hacerlo. “Pedir perdón aunque no sea tu culpa”, abre el alma, al corazón al diálogo, al encuentro… a perdonarse.

14. Saber ser esposos…

“A tus hijos los cuida cualquiera que los quiera, a – tu esposa, a tu esposo Sólo lo cuidas tu”. Cuántas mujeres en su maravilloso papel de madres, dejan de ser esposas. Cuántos hombres en su papel de padres responsables, “proveedores”, dejan de ser esposos. Nunca te olvides que a quien elegiste, lo elegiste para la eternidad, y es la única persona en el universo con el que compartes y vives un sacramento. Cada uno de tus hijos y tus otros amores te han sido dados, no fueron elegidos por ti. Si tu cónyuge ocupa el primer lugar en tu vida, tus hijos vivirán cada día en la verdadera escuela para el amor. La familia política, los amigos, el trabajo, los hobbies… tendrán el lugar que les es debido. Tu cónyuge es tan importante… maravíllate cuánto.

15. La generosidad

De gozar darse al otro totalmente. Sin reservas. Sinceramente. Querer el bien del otro… a darme a ti porque me deseas. Saber darnos, hacer sencilla la entrega. Pensar en ti, no en mi.

16. El dolor, el sacrificio…

De sufrir contigo y por ti. De dolerme tu dolor. Saber sacrificar mi yo por el tú, el nosotros. Sacrificar mi amor propio, por hacerte feliz a ti. Buscar crecer contigo. Saber renunciar con gozo, por tú bien, nuestro bien. El saber esperar el tiempo apropiado, prudente, responsable. Buscar hacer tu vida agradable limando las diferencias, provocando el diálogo… Aunque cueste tanto a veces…

17. La diferencia

Fuimos creados sexualmente distintos, para ser capaces de amarnos siendo comunión, porque somos imagen de Dios, que es Comunión de amor, quien provocó nuestro origen, nuestra existencia. La diferencia sexual es un dato natural que orienta nuestro ser y permea nuestra dimensión corpórea. Nuestra sexualidad no es una función, no es sólo un dato biológico. La sexualidad se coloca en el ámbito cultural dándole valores y significado. El significado de la sexualidad no es un añadido, es algo que se alcanza… es una aventura que implica la libertad. Es identidad. Es quien eres. La naturaleza y la cultura no se pueden separar, se relacionan. Un hombre y una mujer son distintos. ¡Qué maravilla!. La diferencia sexual es el verdadero sazón de la vida. Conocer la riqueza de ser distintos para ser complementarios. Reconocer la grandeza de tocar y sentir la vida, los momentos de modos tan radicalmente distintos. El se duerme, ella habla… Sabernos sexualmente distintos para poder entregarnos, enriquecernos, completarnos y aceptarnos. Tiempos, compases y ritmos distintos que requieren arte… saber amarte.

18. La fidelidad

Contigo, solo contigo y para siempre contigo.Te elegí y renuncio a los demás. Quiero quererte en las buenas y en las malas. Por eso quiero estar siempre contigo… aunque a veces quiera lanzarte por la ventana. Confío en ti, creo en ti y en lo que queremos ser, cueste lo que cueste. Hice una promesa y quiero, queremos juntos cumplirla.

19. La cultura y el conocimiento

Saber y conocer. Buscar crecer, aprender, mejorar, formarse… Despertar el gozo por saber del otro. Como es el hombre, como la mujer… Qué implica en un organismo la unión entre un hombre y una mujer, ¿cómo funcionan?. Los ritmos, los tiempos… son diferentes. Saber que le gusta, saber que necesita, saber que desea… Cuando uno ama a otro, no quiere que viva simplemente – sino que viva el bien -, que sea verdaderamente bueno, que sea santo, que sea quien está llamado a ser… ¡Que sea feliz!, que para eso hemos sido creados. Expriman la vida, la cultura y el conocimiento juntos. Somos lo que conocemos. Somos lo que leemos.

20. El Amor

El amor, debe manifestarse siempre antes, durante y después…El amor es una decisión, un verbo. Vivificar el amor. Poner todo mi amor y mis afectos al servicio del otro. Quien más quiere y más querido es, se convierte en la persona más feliz. El clima previo y anterior debe estar lleno de ternura, sencillez, alegría, delicadeza, respeto, generosidad, grandeza, sorpresa, comprensión y cariño. Pensar en el otro, no en ti. Hacer feliz al otro no a ti. Ejercitarse en el amor que los perfeccione como esposos, como personas. Facilitar el que nos amen, hacer sencillo que nos quieran. Recibir sin trabas, sin obstáculos el cariño del otro… no poner barreras al recibir su amor. Abrirse y salir al encuentro del otro. Hacer sencillo el amor. Ser accesibles. No ser distantes. No ser complicados, egoístas. Amar es decirlo varias veces y demostrarlo toda la vida. Amar es aplaudirle a Dios, y decirle: con el o ella quiero vivir para siempre… hasta la eternidad.

21. La totalidad

Todo mi ser persona te lo entrego a ti, mi cuerpo y mi alma. Somos un don el uno para el otro. Toda mi capacidad de amar la vivo contigo. Todo lo que creo y espero me hace mirarte a ti para amarte. Toda mi vida la pongo en tu corazón, porque confío en ti. Todo lo que he sido, soy y seré, es para siempre contigo. Toda mi existencia tiene sentido en nuestro amor. Todo con Dios y nada sin El.

22. El alma

Tu vida, tu motor, todo tu ser tú, que se entrega y se da. En el alma están escritas todas las páginas de tu historia pasada, presente… y las que van a escribir. Tu espiritualidad que te hace ser persona capaz de conocer, descubrir, aprender, amar, comunicar, creer, crecer… elegir. Tu intimidad, tu desnudez en sentimientos, tus sueños, tu pudor. Tu psicología, afectos y deseos. El alma que vive y vivirá eternamente. El alma que se funde en el amor a otro. El alma que desea regresar a Dios porque cuando fue creada lo vio… No olviden nunca – la promesa de resucitar – para encontrarse en el cielo.

23. La desnudez

Puedo descubrirme ante tus ojos, porque me amas al mirarme en cuerpo y alma… alma y cuerpo. Desnudo mi corazón, mis pensamientos, mis palabras y mi cuerpo porque confío en ti… sé que no me harás daño. Desnudos sin vergüenza porque en el abrazo conyugal, queremos ser lo que Dios pensó desde el principio: Dos personas que se funden en la confianza haber sido llamados a ser un don el uno para el otro en el amor conyugal – siendo una sola carne. La pureza de corazón permite «la absorción de la vergüenza por el amor» “ la vergüenza ha sido entonces absorbida por el amor maduro por una persona: ya no es necesario que el amante oculte del amado o de sí mismo la disposición para disfrutar, dado que esto ha sido absorbido por el verdadero amor regido por la voluntad. La afirmación del valor de la persona de modo tan profundo, permea todas las reacciones sensuales y emocionales conectadas con los valores sexualesKarol Wojtyla – San Juan Pablo II – Amor y responsabilidad.

24. La pureza y la castidad

La pureza de corazón, de la que habló Cristo en el sermón de la montaña— se realiza precisamente en la «vida según el Espíritu». La definición de pureza en las catequesis de Juan Pablo II, es mucho más rica y profunda de lo que comúnmente se entiende. Tiene una dimensión de «continencia», de «templanza», es decir el imperativo del dominio de sí mediante el señorío sobre sí mismo, la continencia de los deseos, se restablece el corazón humano, es decir, la alianza con el valor del cuerpo. La pureza es exigencia del amor. El hombre y la mujer de «corazón puro» son el hombre y la mujer redimidos en su cuerpo, en su persona, por el don del Espíritu; restituidos por tanto a su capacidad de don.

La castidad conyugal nutre la «espiritualidad conyugal», que nace de la fuerza de amor humano y, al mismo tiempo, divino, por la gracia del que brota de la consagración en el sacramento del matrimonio. Son el finísimo y delicado mantel en donde se custodia, protege, y cuida la intimidad del maravilloso pastel de Bodas, el pastel del matrimonio; en donde se goza del banquete… todos los ingredientes forman el lenguaje propio del amor de los esposos, único cada vez porque en cada encuentro toca, vive y descubre la voluntad de Dios… su carácter es sagrado, al renovarse entre los esposos el sacramento, y para eso se necesita, se invita al banquete y se hace presente el Rey de reyes, el Amor mismo…

DIOS

El ingrediente esencial. Su presencia, indispensable para hacerlo todo nuevo, para ser capaces de amar al dejarnos amar primero por Él, el AMOR mismo.

En el abrazo conyugal, no son sólo dos personas…porque los esposos, siendo una sola carne, para amarse plenamente: requieren de la presencia de Dios:

Dios, derramando Su gracia, bendice su pequeño amor humano y renueva con Su presencia real y viva en el lecho conyugal – el sacramento matrimonial – signo visible (los esposos) de una realidad invisible (DIOS).

Dios en su ser Padre, creador (significado filial), Dios en su ser Hijo, redentor (significado esponsal) y Dios en su ser Espíritu Santo, santificador (Significado fecundo)… derrama su Amor a los esposos, llamándoles a ser profetas que anuncian la verdad, a expresar con el lenguaje de sus cuerpos releído en la verdad que son templos vivos en donde Dios ha hecho de sus corazones Su morada. En cada abrazo conyugal sus cuerpos son llamados a expresar el “lenguaje de los ministros del sacramento, conscientes de que en el pacto conyugal se manifiesta y se realiza el misterio que tiene su fuente en Dios mismo”. “Al mismo tiempo, ven con la mirada de la fe la santidad de esta vocación, en la que —a través de la unidad de los dos, construida sobre la verdad recíproca del » lenguaje del cuerpo» — deben responder a la llamada de Dios mismo, contenida en el misterio del Principio”.

Juan Pablo II junio 27, 1984.

No son sólo 2 son 5… El Padre, El Hijo, El Espíritu Santo, el esposo y la esposa. Donde se hace presente la santísima Trinidad, se hace presente el Amor Divino.

AMOR TRINITARIO… AMOR DIVINO, la fuente del Amor mismo… el WOWWWWWW!!!Y donde está El Amor, está la Pureza de María… ¡y la comunión de los Santos!

Los esposos siendo una sola carne en el sacramento del matrimonio, son besados, abrazados por el cielo entero que toca la tierra en la alcoba matrimonial… Cuando en cada acto se descubre la santidad de su presencia, los cónyuges expresan desde los templos que son sus cuerpos, adoración y alabanza a Dios.

Ella es la hija amada del Padre. Él es el hijo amado del Padre. Ella es su hermana. Él es su hermano… son familia de Dios. Amigos y novios para siempre, se descubren en el amor, que madurado en la esponsalidad en el donarme y acogerte, desde el Hijo siendo esposos, cónyuges… amantes fecundos, ¡santos!, por la gracia del Espíritu Santo. El abrazo conyugal es un acto con vocación de santidad. Piensen en Dios, recen juntos, hablen, con El. Invítenlo siempre a su vida matrimonial, a la intimidad de su alcoba. Agradézcanle todo lo que creó por amor para el hombre y la mujer, para el matrimonio y la familia. Convendría que cada abrazo conyugal lo vivieran siempre de la manera más sagrada y más humana… porque para ser pleno en lo humano deviene lo sagrado. No serán capaces de amarse en lo humano, sino son empapados por el Amor divino, derramado en sus corazones. Aprenderán a amarse, dejándose amar por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo… y María. Cuiden, custodien, reverencien la música que sólo ustedes pueden escuchar y tocar, que el ruido del mundo no lastime la delicia de cada banquete que están llamados a gozar.

«La Eucaristía, sacramento de la caridad, muestra una particular relación con el amor entre el hombre y la mujer unidos en matrimonio. Profundizar en esta relación es una necesidad propia de nuestro tiempo. El Papa Juan Pablo II ha tenido muchas veces ocasión de afirmar el carácter esponsal de la Eucaristía y su peculiar relación con el sacramento del Matrimonio: «La Eucaristía es el sacramento de nuestra redención. Es el sacramento del Esposo, de la Esposa»«. Benedicto XVI, Exhortación apostólica Sacramentum Caritatis 22 Febrero 2007

«No tengáis miedo! ¡Abrid de par en par las puertas a Cristo! Abrid vuestros corazones, vuestras vidas, dudas, vuestras dificultades, alegrías y afectos a su fuerza salvífica y dejad que Él entre en vuestros corazones. ¡No tengáis miedo! ¡Cristo sabe lo que hay dentro del hombre! ¡Solo Él lo sabe!». San Juan Pablo II, octubre 22, 1978

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